Al oír las amarillas hojas del otoño caer
resuenan tus palabras en mi boca
que recuerda tu boca
invitándola a probar de su sabor.
El humo de la helada y sombría espera,
la desnudez y el frío de mis pies,
hasta la compañia de un perro sin compañia
que silenciosamente se apoya sobre mi,
también sin compañia;
todo, todo conspira para que
esta noche no pueda hacer más
que vomitar en papel el dolor
de los asientos absurdamente vacíos
que me rodean.
Espera que se diluye en alcohol y en tiempo;
espera del cometa que ilumina
el camino tantas veces recorrido.
Espera de una boca,
de un cuerpo reflejado en sombra y calor,
de un alma que encendida en acordes y palabras
se hace cuerpo y a la vez distancia.
Espera deseosa del fin, antes del fin.
jueves, 29 de abril de 2010
La boca sigue esperando
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