Palabras como dagas,
que entre luces y sombras
intentan suavidad sin destino.
Un deseo de expresión, de impresión,
de sensaciones que se internan
en una profundidad negra,
de ébano, helada y sombría.
Una profundidad que intento
transformar en noche
incolora o gris,
tintas sin valor
cuando con su filo,
es desgarrada por cometas
que brillan fugaces,
pero siempre en resplandor eterno.
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